Como no me di cuenta antes, tu… el que estaba siempre ahí, con el que pase días y noches a veces sin dormir, debí haberme dado cuenta antes todas esas mañanas en las que despertábamos tan acurrucados a veces tan unidos como nadie en el mundo y no te vi…
Como es de injusta la vida y nosotros tan ciegos, creo que hasta ahora entiendo aquella canción “tarde” y nos dimos cuenta tarde, eso es lo peor. Íbamos juntos, por el mismo camino, hasta que llegaron esos ojos… los ojos color miel que me sedujeron y me envolvieron hasta caer a en sus brazos, me adentraron en un aletargado sueño del cual no podía despertar y te fui dejando ahí, guardado en aquel punto de mi vida y fui amontonando recuerdo tras recuerdo hasta que casi desapareces, pero un día, como cualquier otro de tanto apilar y apilar momentos la torre de mis recuerdos se vino abajo.
Te vi, ese día; yo te vi y sentí el peor suplicio que jamás había sentido, tu ibas con ella, ella que caminaba con su cuerpo exacto y tan elegante como ninguna otra, yo iba con el y ahí…
Sentí como mi corazón colapso y se fue contrayéndose poco a poco en mi pecho hasta convertirse en una ciruela pasa y quemándose hasta quedar en cenizas. Te vi, vi tu reacción fue como un flechazo a segunda vista y creo que ellos también notaron, notaron nuestro amor, del cual me di cuenta tarde o tal vez tan a tiempo para dejarlo pasar, tal vez ellos tenían que estar ahí para que nosotros nos diéramos cuenta de lo que éramos, un amor separado con el tiempo pero unido por siempre un amor tan fuerte he inseparable que después de tanto seguía existiendo.
Lo que paso después no lo recuerdo todo esta cubierto con una densa capa de niebla rosa que se va disolviendo poco a poco mientras mas lo pienso, solo se que volviste a mi día a día como era antes solo que ahora sin la venda en los ojos, nuestro amor comenzó por primera o segunda vez y pensar que siempre estuviste ahí mi mejor amigo la persona a la cual mas amaba en el mundo y con el que pasare el resto de mi vida en un sueño que no tiene... Fin